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Sanidad, elecciones y experimentos privatizadores

Francisco Javier López Martín
Francisco Javier López Martín
Licenciado en Geografía e Historia. Maestro en la enseñanza pública. Ha sido Secretario General de CCOO de Madrid entre 2000 y 2013 y Secretario de Formación de la Confederación de CCOO. Como escritor ha ganado más de 15 premios literarios y ha publicado el libro El Madrid del Primero de Mayo, el poemario La Tierra de los Nadie y recientemente Cuentos en la Tierra de los Nadie. Articulista habitual en diversos medios de comunicación.
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análisis

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Madrid no había recibido aún las transferencias sanitarias del Estado y ya el gobierno Aznar estaba privatizando la gestión del la sanidad pública en nuestra Comunidad. Es curioso que Madrid y Valencia hayan sido, bajo los gobiernos de mayoría absoluta del PP, baluartes y adalides de este tipo de operaciones y experimentos privatizadores diversos, que han beneficiado a unos pocos y han terminado perjudicando a la inmensa mayoría de la población.

El Diagnóstico de la Salud y del Sistema Sanitario presentado recientemente por CCOO y la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP) resulta demoledor al respecto. Primero pusieron en marcha la Fundación Pública Hospital de Alcorcón. El siguiente paso consistió en crear una empresa pública. Así, en el año 2002 constituyeron el Hospital de Fuenlabrada, que comenzó a funcionar dos años más tarde.

Esperanza Aguirre llega al poder tras uno de los más bochornosos enredos políticos que haya vivido la política española, que consiguió torcer la voluntad popular expresada en las urnas. Poquito a poco comienza a tramar maniobras privatizadoras, comenzando por desprestigiar la sanidad pública.

El caso del Hospital Severo Ochoa de Leganés, en el que se dio por buena una denuncia “anónima” contra profesionales reconocidos como el doctor Luis Montes, marcó un antes y un después. Esperanza Aguirre destapó sus cartas y sus intenciones de convertir Madrid en un consorcio de intereses entre la derecha política y el mundo empresarial que se ha ido revelando como fuente inagotable de causas judiciales, escándalos, escuchas, espionaje y tramas de corruptores y corruptos, que han envenenado toda la política nacional hasta hoy mismo.

En la década prodigiosa, entre 2005 y 2015, la sanidad madrileña ve surgir todo tipo de experiencias en modelos de gestión hospitalaria, con los lugartenientes de la Lideresa al frente de la Consejería de sanidad. El primero de ellos, Manuel Lamela, actor principal en el ataque a los profesionales del Hospital Severo Ochoa de Leganés, ha realizado luego un largo periplo en esa sanidad privada que vive del dinero público.

Juan José Güemes, su sucesor, consiguió abrirse numerosas puertas giratorias en el sector privado sanitario y en cómodos puestos como la vicepresidencia del IE Business School. Y Javier Fernández Lasketty, también pupilo de Esperanza Aguirre, colocado al frente de la Consejería de Sanidad madrileña cuando ya comienzan a estallar los escándalos de sus predecesores, ha seguido haciendo carrera en las FAES de José María Aznar y ahora al frente del gabinete de otro de los cachorros de Aguirre, Pablo Casado.

Son los actores de los diversos modelos privatizadores de hospitales. El primero de ellos denominado PFI (Iniciativas de Gestión Privada que siguen el modelo inglés). Bajo este modelo de alianza de bancos, constructoras y empresas de servicios, funcionan los hospitales de Aranjuez, Parla, Arganda, Vallecas, Coslada, Alcobendas y Majadahonda.

El segundo modelo es el de las concesiones administrativas directas al sector privado para gestionar hospitales, bajo cuya fórmula se han creado los hospitales de Torrejón, el Rey Juan carlos de Móstoles, Valdemoro y Collado Villalba. El tercer modelo, sería el la cesión de la atención sanitaria de Areas de Salud enteras a entidades como la Fundación Jiménez Díaz, que ha pasado por las manos de inversores privados como CAPIO, Quirónsalud, o la multinacional Fresenius. Desde esta posición privilegiada han ido tomando el control de otros hospitales como el de Móstoles, Collado, o Valdemoro.

Pasados los años estos modelos privatizadores han revelado una ineficiente gestión de los servicios sanitarios, una insuficiente oferta de camas hospitalarias, escasez de personal sanitario y unos costes de construcción, amortización y gestión que se ha disparado, obligando a la Comunidad a rescatarlos en varias ocasiones, incrementando las aportaciones de dinero público, o con nuevas y opacas ayudas.

La fachada de los hospitales es de diseño, pero los defectos estructurales de construcción abundan y materiales y servicios básicos, como sillas de ruedas, vigilancia y hasta guantes, escasean.

Los tribunales han tenido que paralizar el intento de convertir los hospitales del modelo PFI en concesiones administrativas completamente gestionadas por inversores privados. Lo cual no ha impedido que los servicios de laboratorio se hayan privatizado, los de radiología se hayan “externalizado”. Los constructores iniciales como SACYR, o ACS, han ido vendiendo sus participaciones a fondos de inversión extranjeros, bancos y multinacionales sanitarias (como las mencionadas Quirón, o Fresenius), que van convirtiendo la sanidad madrileña en un inmenso negocio seguro, concentrado en unas pocas manos

Este es el modelo de los conservadores del PP, aplaudido por ciudadanos neoliberales y defendido ahora por refundadores del franquismo, de cuyo nombre no quiero acordarme. Allí donde hay dinero público buscan el nicho de negocio: Hospitales, laboratorios, radiología, lavandería, seguridad, restauración, informática, donaciones de sangre y hasta programas como la detección del cáncer de mama. Todo lo que es caro y no es negocio, se deriva hacia los hospitales públicos.

Siempre argumentaron que la privatización conseguía mayor flexibilidad, agilidad y menor coste. Todo se ha visto desmentido con el tiempo. A poco que pensemos sobre el asunto podremos concluir que gastando menos en la gestión y el personal, pero añadiendo los beneficios empresariales, el coste terminará siendo inevitablemente mayor. El día de las elecciones, cuando deposites el voto, piensa en tu salud y en la de los tuyos.

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1 COMENTARIO

  1. Sería recomendable que el autor se leyera el informe de auditoría de la Sindicatura de Cuentas del gobierno valenciano, encargado por la actual Consejeria de sanidad y que concluye que el modelo concesional ahorra un 30% al gobierno y ofrece más calidad al ciudadano con menos listas de espera, más inversión por ha itante, mejores resultados en salud y mayor indice de satisfacción. Al menos, así es el modelo desarrollado por Ribera Salud y existe evidencia de su buen dunvionamiento por lo que no se debería generalizar.
    https://www.riberasalud.com/wp-content/uploads/2018/11/Auditoria-concesion-dpto-salud-torrevieja.pdf

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