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El cuñado que surgió del frío (II)

Manuel F. García
Manuel F. García
Manuel F. García es activista sociocultural. Colabora como voluntario en varias asociaciones de actividades sociales, culturales y deportivas adaptadas a personas con diversidad funcional. Ha participado en proyectos educativos como alfabetización de adultos, formación profesional y ocupacional.
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análisis

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El hombre hacía ya rato que no sentía frio, a pesar del día gélido que hacía; estaba allí, sentado frente a la mesa del médico de aquel psiquiátrico, donde una concatenación de hechos rocambolescos le había colocado en la situación de tener que demostrar que no era un demente más del grupo que había entrado en el centro sanitario, ante un facultativo que estaba evaluando de forma exhaustiva tanto su comportamiento como su razonamiento; el haberse apoyado en su impostura sobre el tema central de su trabajo periodístico, el calentamiento global como situación de emergencia del cambio climático, le había colocado en una posición de cuestionable credibilidad en cuanto a su equilibrio mental.

Ahora se daba cuenta del error: había pretendido hacer gala de su figura mediática, de su influencia social, pero allí, en un examen psiquiátrico, de nada le servía el respaldo del poderoso medio de comunicación al que representaba; aquella consulta médica de salud mental no tenía nada que ver ni con un plató de televisión, donde el guión acordado y el cribaje interesado de los participantes jugaba siempre  a su favor, ni con un foro de debate en internet donde el ensordecedor y caótico ruido de fondo siempre le permitía ser juez y parte. Allí el cuarto poder no tenía valor alguno; era otro territorio, otro feudo; el de la razón, la sensatez y el sentido común. Y el periodista había creído que su carnet de prensa le servía de salvoconducto para pasar por ese proceso de examen convalidando todas las pruebas de evaluación. Se estaba ahogando con su propio nudo corredizo.

La única opción lógica que le quedaba ya era invocar su bienintencionada labor social de utilidad pública, ante una emergencia de fuerza mayor. Veía que el psiquiatra se manejaba muy bien con la contrastación de la información, que estaba utilizando para evaluar su equilibro mental reflejado en el manejo de la lógica y el sentido común. Debía andarse con cuidado.

-Verá, tiene usted razón en que hay infinidad de informaciones y noticias que no puedo abarcar. En mi favor sólo puedo decir que yo debo acotar la temática de mi trabajo a un línea concreta, que es el interés general. Piense que desde hace años se ha producido una auténtica revolución tecnológica por la que ahora todo el mundo tiene acceso a mucha información, de todo tipo. Sé que usted estará al tanto del grave problema que supone la propagación de bulos, que ha causado que exista una auténtica amenaza, con el desarrollo de ese fenómeno social tan preocupante como son los negacionistas y conspiranoicos, que ya hasta trabajan como auténticas bandas organizadas, en un número creciente.
-¿Por qué considera que los negacionistas y conspiranoicos suponen una amenaza tan grave? ¿Qué peligro supone exactamente que haya gente que tenga unas ideas fuera de lo mayoritariamente aceptado o normalizado?
-Es que no se trata de un simple grupo de gente ni de una opinión inofensiva, claro está…
-¿Puede ser más concreto?
-Es de sentido común; que exista un bando organizado que propaga creencias contrarias al cambio climático y el calentamiento global, eso automáticamente se traduce en daños gravísimos a la población, a la seguridad de millones y millones de personas por culpa de unos cuantos miles de individuos de bajo perfil intelectual, que promueven opiniones sin fundamento alguno, y sin lógica ni5

El doctor le volvió a interrumpir, y el periodista, precavido, detuvo su explicación y escuchó atentamente.

-Fíjese en su razonamiento: está usted etiquetando de “bando que amenaza con su opinión sin fundamento” a quien usted define como “conspiranoicos y negacionistas”; los ve usted como un contubernio, como una conspiración, ¿se da usted cuenta?
-Pero es que salta a la vista que son una organización poderosa que…
-¿Una organización poderosa?, ¿sin estructura organizativa ni jerárquica?, ¿sin medios de comunicación propios?, y ¿sin capital ni aparato mediático en que apoyarse?
En estos tiempos en que todo movimiento político o social, toda organización privada con intereses en conseguir cualquier objetivo de posición ventajosa cuenta con capacidad económica y un aparato de gran difusión detrás –muy caro de mantener-, dígame, usted que es periodista, ¿qué fenómeno conoce de movimiento social espontáneo que se haya estructurado por sí mismo y haya seguido un programa concreto para escalar en el poder y conseguir sus objetivos?
-Pero eso da igual; son una masa heterogénea, populista y espontánea; actúan por ignorancia, y pueden llegar a ser violentos y peligrosos, como pasó en el asalto al congreso de EEUU; les han…
-Un momento. Detengámonos en lo  que acaba usted de decir.

El psiquiatra, esta vez alzó la mano con su bolígrafo en vertical, lo cual le provocó al periodista una sensación subjetiva de haber sido pillado in fraganti  en algo.

-Vayamos por partes: En primer lugar, las muertes anuales por clima extremo han bajado un 95% desde 1920, a pesar de haberse triplicado la población mundial desde 1900, y haberse extendido la población  por muchos más territorios del planeta. El clima supone ahora un factor de riesgo para la vida humana mucho menor que hace un siglo, a pesar de la importancia que le dan los medios a ese tipo de noticias6. – (Había tecleado algo al ordenador y ahora consultaba algún tipo de datos en la pantalla, e incluso mientras hablaba, volvía a teclear para ir a algún otro informe: sabía lo que estaba buscando)-.
En segundo lugar, ese 97% que usted menciona de “artículos de la comunidad científica”, supongo que lo basa usted en aquel objetivo político de Barak Obama en 2013. -El doctor leyó de la pantalla- “El presidente Obama afirma: El 97% de los científicos concuerdan en que el cambio climático es real, es provocado por el hombre y es peligroso”. Esa idea, que sirvió para establecer el plan de medidas de la Agenda contra el cambio climático, se basaba en un estudio de un activista climático, que afirmaba que en casi 12.000 artículos científicos de entre 1991 y 2011, el 97% de los científicos apoyaban el cambio climático provocado por el hombre. Se refería usted a eso antes, ¿verdad?

El periodista asintió levemente. El médico sin duda dijo la verdad cuando afirmaba que tenía un hermano meteorólogo y otro geólogo. El doctor siguió leyendo de la pantalla:

-Sin embargo, la misma revisión de ese estudio revela que la mayoría de los artículos recopilados (el 67%) no atribuían al hombre el calentamiento climático, al no encontrar datos fiables para afirmarlo. El autor ignoró las conclusiones en contra, pero los contó como parte de ese 97%. De hecho, sólo un 33% de artículos respaldaban la posibilidad del origen humano del cambio climático, y, a decir verdad, sólo un 0,54% de los artículos daban por hecho que el hombre causa el cambio climático, pero sólo en un 50%. Y un 7,7%  apoyaba que el hombre pudiera jugar algún papel, pero ni siquiera lo cuantificaba.
Se trataba de un estudio totalmente sesgado. -El médico miró al hombre mientras concluía-:
Lo cierto es que ese estudio demuestra precisamente lo contrario de lo que pretendía: la mayor parte de la comunidad científica no creía entonces, ni cree ahora, que exista un cambio climático debido a la acción del hombre7.

El periodista no se atrevía ni a respirar; permanecía  sentado, pero cada vez más al filo del asiento, con las manos entrelazadas entre las piernas, y la manta empezaba a caérsele de un lado. Pero el psiquiatra aún no había terminado. Tecleó algo más en el ordenador y prosiguió, mirando a la pantalla.

-En tercer lugar, sólo en 2017 se publicaron al menos, 485 artículos de científicos escépticos con el cambio climático de origen humano, que cuestionaban el supuesto consenso sobre los peligros de las emisiones humanas de CO2 o la eficacia de los modelos climáticos para predecir el futuro. –Ahí dejó de mirar la pantalla y se dirigió al periodista-. Y este mismo mes de agosto de 2023, más de 1.600 científicos y expertos, que incluían dos premios Nobel firmaron la Declaración Climática Mundial, que titularon “No hay emergencia climática”. En ese documento explican que en 1850, el año que usted citaba en el vídeo, en realidad finalizó un período denominado Pequeña Edad del Hielo, por lo que es perfectamente normal que la tendencia ahora sea la de un período de calentamiento8.
Además, la variación de temperatura planetaria no está relacionada con ninguna actividad humana, y sí con la actividad solar. Ítem más, es el aumento de la actividad solar la que estadísticamente antecede en el tiempo al incremento de CO2, y no al revés9.
Como ve, no se trata de ninguna masa heterogénea, ignorante ni espontánea.

Y entonces, el periodista cometió su último error; replicó sin pensar, herido en su orgullo, sin darse cuenta que se encontraba en una evaluación psiquiátrica, y no en un debate defendiendo la línea editorial de su medio.

-Un momento, usted mismo dijo antes que el consenso no tiene valor en la ciencia, pero ahora se apoya en el consenso, en la cantidad de artículos científicos cuando eso va a favor suyo.
¿Y las evidencias?, ¿se olvida de ellas?, ¿y los registros cronológicos, el paleo clima? Los anillos de los árboles indican el clima de los tiempos pasados, y se demostró que las temperaturas se disparaban en nuestra época después de siglos de estabilidad…
-Se está apoyando en el Palo de Hockey.
-¡¿Qué?!
-Digo que está usted aludiendo al gráfico estadístico denominado Palo de Hockey. ¿No sabe de lo que le hablo?

El periodista no pudo evitar que su boca se abriese tres centímetros y enmudeciera. Le sonaba el concepto, de hecho conocía más o menos por encima todos esos argumentos que el psiquiatra había ido desgranando en toda la conversación, pero ahora caía en la cuenta que nunca los había estudiado en profundidad; no iban en concordancia con la línea editorial del medio que le pagaba, y jamás pensó en documentarse más allá que en las tesis que debía usar para sus artículos. Se trataba de vender noticias, de generar opinión pública a su favor, y, para qué negarlo, apoyar una línea no sólo periodística, sino política; eso era algo ya asumido por todos. Y de eso vivía él, en definitiva. Se daba cuenta ahora que su subconsciente le había traicionado por última vez, y se preparó para escuchar lo que tenía que decirle el médico, como quien se prepara para escuchar las pruebas que el  policía ha encontrado de su delito.

El doctor iba hablando mientras tecleaba para localizar el documento exacto, cuyo contenido obviamente ya conocía de antemano.

-En 2021, el IPCC, -el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático-, conectado con la ONU y la Organización Meteorológica Mundial dio por válido en su tercer informe sobre el clima una tesis sobre un supuesto cambio climático que interrumpía miles de años de estabilidad para, a partir del siglo pasado, dispararse las temperaturas. El trabajo, cuya propuesta incluso fue dada por buena en 2006 por el Comité Nacional de Investigación de EEUU, se basaba en el estudio de los anillos de los árboles. Se acompañó de un gráfico que representaba esta subida brusca como la forma de un palo de hockey. Y se hizo famoso.
Pero en realidad las mediciones mezcladas eran un sinsentido estadístico: se juntaban datos indirectos del pasado de los propios árboles con datos actuales de termómetros, con lo cual se duplicaban los valores repentinamente a partir de una misma fecha.
En esa estadística había datos mal cotejados, datos desfasados, extrapolados, localizaciones geográficas equivocadas…  incluso se llegó a incluir datos de anillos de pinos que habían sido fertilizados con CO2. Se fabricaron anomalías cuando no existía nada excepcional en las temperaturas del siglo pasado hacia acá, en comparación con la Edad Media, donde también hubo períodos excepcionales de aumento de temperatura, como los puede haber ahora, y sin que en aquella época hubiese CO2 producido por el hombre. –El doctor se giró hacia el periodista y siguió hablando, apoyando las manos con los dedos entrelazados sobre la mesa-.
La tesis era rotundamente falsa, y se supo desde el principio, aunque se demostró oficialmente en 2003. Sin embargo, aun así, en 2006 fue dada por buena y se incluyó en el documental UNA VERDAD INCÓMODA, que ganó un Óscar y hasta un premio Nobel. La idea, siendo falsa, se propagó por todo el mundo y se convirtió en icono del movimiento contra el calentamiento global10.
Si quería usted un ejemplo probado de propagación de creencias de forma organizada, lo tenía al alcance, en la información disponible en su propia especialidad de trabajo.

El doctor se quedó en silencio, esperando alguna reacción del periodista, pero no dijo nada; sólo miraba sin parpadear, intentando asimilar el impacto de lo que había escuchado.

-Ah, se me olvidaba. –El psiquiatra tecleó algo más en el ordenador, y dijo, mientras giraba, como en la anterior ocasión, la pantalla hacia el hombre, para mostrarle la noticia-. Mire; el presidente Obama, el mismo  que creó la agenda climática con el argumento del 97% de apoyo científico al calentamiento global, y a pesar de la amenaza de inundaciones costeras por el aumento del nivel del mar, se compró esta mansión sólo seis años después, en una isla exclusiva11.

Y la pantalla del ordenador mostró una imagen veraniega, de una mansión fastuosa a un tiro de piedra de una playa arbolada y con césped, bajo un sol radiante, que hizo que el periodista sintiese en sus huesos el frío de ese día gélido de diciembre.
La manta se le había caído.

(Continuará).

NOTAS:

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