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Gaza es Europa aquí y ahora

Si alguien con sentido común tenía alguna duda sobre el concepto de terrorismo de Estado, debe haberla perdido al ver las acciones del Estado de Israel

Boaventura de Sousa Santos
Boaventura de Sousa Santos
Sociólogo. Profesor catedrático jubilado de la Facultad de Economía de la Universidad de Coímbra (Portugal). Profesor distinguido de la Universidad de Wisconsin-Madison (EE.UU.)
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análisis

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Traducción de Bryan Vargas Reyes

Sin alma ni memoria, Europa es incapaz de ver la similitud entre las imágenes de muerte y destrucción en el gueto de Varsovia en el momento del levantamiento desesperado de los judíos el 19 de abril de 1943 y las imágenes que nos llegan hoy de la Franja de Gaza. Y el destino que Europa (y ahora también Estados Unidos) legítima para los considerados «subhumanos» es el mismo: en Varsovia fue la deportación a campos de concentración y crematorios; en Gaza es la franja reducida a escombros, tierra quemada. Como no tienen a dónde ir, ni por tierra ni por mar, el destino del pueblo de Gaza es el mismo, la muerte. En última instancia, esta política brutal está legitimada por lo que he llamado la línea abisal, la línea que desde el comienzo de la expansión colonial separa plenamente a los seres humanos de los seres considerados «subhumanos». 

No es casualidad que oigamos a las autoridades israelíes hablar de los palestinos como animales.

En la época de Varsovia, Europa estaba dominada por el nazismo y los gobiernos fascistas. Hoy en día, Europa está dominada por gobiernos democráticos y algunos incluso de izquierdas. ¿Qué diferencia hay? ¿Cuál es el color político de la indiferencia? ¿Por qué las noticias se llenan de voces de indignación y horror cuando un bombardeo ruso mata a tres personas en Ucrania y se informa que la respuesta legítima de Israel es la demolición de edificios, mezquitas, hospitales y escuelas con cientos de personas dentro, y sin previo aviso en clara violación del derecho humanitario de la guerra? ¿Por qué los primeros son europeos blancos y los palestinos no? Pero, después de todo, ¿no eran los judíos también blancos y europeos?

Algunos medios de comunicación (haciendo eco de sus fuentes estadounidenses) se atrevieron a caracterizar el ataque de Hamás como «no provocado«, la misma retórica que han utilizado en la invasión rusa de Ucrania. Solo este año, 245 palestinos habían sido asesinados, entre ellos mujeres y niños, pero no se trata de una provocación «porque nada justifica el asesinato de civiles israelíes». Para no volver al principio, a la Declaración Balfour de 1917 (la primera autorización para que los sionistas se establecieran en Palestina), o a los aproximadamente 60.000 judíos que llegaron a Palestina entre 1933 y 1936, después de que varios países europeos se negaran a recibir a aquellos que Hitler quería expulsar (todavía no era la solución definitiva), o incluso a la fundación del Estado de Israel en 1948, que ocupó más del 78% del territorio de Palestina, obligando a 750.000 palestinos al exilio en su propia tierra, destruyendo 530 aldeas y matando a 15.000 palestinos.

Basta con empezar en 2006, el año en que Hamás ganó las elecciones al Consejo Legislativo Palestino con el 44,5% de los votos. Estas elecciones fueron libres y justas, según los observadores internacionales, y, dado que el mundo occidental es el mundo de las democracias en constante lucha contra las autocracias, no había razón para un cambio de régimen (regime change). Resulta que este resultado no agradó a Occidente. Como ha sucedido antes en tantas partes del mundo bajo la influencia occidental, la victoria de Hamás no fue reconocida, el conflicto entre Fatah y Hamás fue instigado internacionalmente, y lo que queda de Palestina se dividió en dos gobiernos a partir de 2007: Cisjordania controlada por Fatah y la Franja de Gaza controlada por Hamás. Fue entonces cuando Gaza se convirtió gradualmente en la prisión al aire libre más grande del mundo. Ahora está en peligro de ser el cementerio más grande o el vertedero más grande de residuos humanos y no humanos del mundo.

Durante mucho tiempo mi posición fue de estricta obediencia a las resoluciones de la ONU [Resolución 3314 (1974) de la Asamblea General de las Naciones Unidas; Resolución 37/43 (1982) de la Asamblea General de las Naciones Unidas]. Por lo tanto, abogaba por la solución de dos Estados. De ello se deducía que, si la política de Israel continuaba negando la posibilidad de un Estado palestino, anexando más y más territorio que no le pertenecía de conformidad con los tratados, entonces la conclusión era obvia: o hay dos Estados o no hay ninguno.

Sobre todo, en los últimos quince años, el Estado de Israel se ha expandido, haciendo inviable la teoría de los dos Estados y subrayando su naturaleza de Estado colonial y, por tanto, ilegítimo. Ahora está a punto de culminar esta política de exterminio en la buena tradición colonial de la que su mejor aliado, Estados Unidos, es un ejemplo cruel con la solución final que impuso a los indígenas norteamericanos. Supongamos que el genocidio de los pueblos indígenas que tuvo lugar entonces estuviera ocurriendo ahora, ¿algún demócrata o persona de sentido común tendría dificultades para declarar a Estados Unidos un estado ilegítimo?

Si alguien con sentido común tenía alguna duda sobre el concepto de terrorismo de Estado, debe haberla perdido al ver las acciones del Estado de Israel. Pero dado que el sentido común hoy tiene poco que ver con el comportamiento de las instituciones internacionales, es muy posible que la Corte Penal Internacional siga teniendo dudas sobre el enjuiciamiento a Israel toda vez que «actúa en defensa propia». Esto significa que un país ocupante puede destruir al país ocupado si este resiste a la ocupación. Esta es, sin duda, la nueva norma de las relaciones internacionales basadas en reglas, el sacrosanto credo por el que Estados Unidos y Europa siguen guiando su política internacional. Su aislamiento internacional es evidente cuando observamos en el mapa mundial a los países que piden la paz. El protagonista de la paz mundial hoy es el Sur global (en el sentido del grupo de países, muchos de ellos excolonias europeas, que se oponen a la política internacional de Estados Unidos y Europa). La única excepción es India, ahora dominada por un primer ministro que, según Arundhati Roy, está convirtiendo al país en un régimen fascista hindú cada vez más inclinado a tratar a los indianos seguidores del islam como Israel trata a los palestinos.

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2 COMENTARIOS

  1. Es que ya no se trata de las decisiones en conjunto; eso no proporciona admonición alguna para este tipo de crímenes. Uno; cada uno desde su propia persona, desde su nivel de integridad, debería asumir su posición contra este o cualquier otro tipo de monstruosidad y yo siento vergüenza. Ya no se trata aquí del nivel de corrupción que alcanza este país, es la submisión ante los bárbaros, los inhumanos, los crueles…
    Me cago en este puto país sin dignidad. En Europa y el mundo entero.

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