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Mentirosos vocacionales

Rafael Víctor Rivelles Sevilla
Rafael Víctor Rivelles Sevilla
Nacido en Valencia el 4 de Junio de 1961. Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad Autónoma de Madrid en 1986. Especialidad de Psiquiatría. Ejercicio actual en el Hospital Universitario La Paz.
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análisis

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El 15 de Febrero de 1898 el acorazado » USS Maine» anclado en la bahía de La Habana voló por los aires. Fue la excusa que utilizó el presidente McKinley para intervenir apoyando a los insurrectos cubanos al acusar a España de la explosión. «La destrucción del buque fue obra del enemigo» rezaba el titular del «New York  Journal «.Naturalmente era mentira. Un embuste sólo reconocido muy recientemente pero que permitió enardecer al público norteamericano para que apoyase una guerra en favor de la libertad cubana. Otra mentira. En gran medida el responsable de todas estas falsedades era William R. Hearst uno de los creadores de la llamada «prensa amarilla». En 1896 este magnate ya le espetó a un periodista destacado en Cuba aburrido del parón de las hostilidades y que deseaba regresar a Nueva York : » Por favor, permanezca allí, usted suministre las ilustraciones y yo pondré la guerra». Con aquel conflicto Hearst demostró el perverso poder de la prensa asociada a la política para controlar a grandes masas de ciudadanos desinformados. Orson Welles realizó en » Ciudadano Kane» una excelente semblanza de Hearst. Hoy en día, no parece existir otra cosa que amarillismo informativo. Es decir, mentira institucionalizada.

Evolutivamente la mentira aparece en los primates si bien de modo rudimentario. Es el lenguaje humano el que hace al «homo sapiens» una especie de naturaleza mentirosa. Mentimos constantemente y a diario. Es lógico ya que la presión social ha constituido desde hace mas de dos millones de años uno de los principales motores evolutivos de la mente humana, tanto mas presente cuanto más complejas se hacían las sociedades. El engaño permite prevalecer sobre los demás y escalar en la jerarquía social. El lenguaje humano es muy propicio para mentir puesto que su naturaleza simbólica permite hablar de situaciones, de objetos, de personas o de lugares que no están a la vista o de los que no disponemos de información de primera mano y por tanto son imposibles de verificar con los medios habituales de la mente para descubrir las verdades o las falsedades.

El desarrollo de la técnica ha ofrecido oportunidades asombrosas a las mentes maquiavélicas para engañar a gran escala al estilo de Hearst. Albert Speer, ministro de armamento de Hitler explicó en su juicio: «La dictadura de Hitler hizo un uso completo de todos los medios técnicos para la dominación de su propio país. Ochenta millones de personas fueron privadas de un pensamiento independiente». Naturalmente Speer hablaba de esa particular sarta de mentiras que articulan la propaganda y que busca la acción directa por impulsos, ofreciendo pruebas falsas, amañadas o incompletas, que elude el argumento y trata de influir en el ciudadano mediante la mera repetición de consignas, la denuncia de indefensos chivos expiatorios y la astuta asociación de las mas bajas pasiones con los más altos ideales.

Desde los tiempos de Speer la situación no ha hecho sino empeorar. Para desenmascarar lo que Aldous Huxley llamaba el «envenenamiento de rebaño» son imprescindibles una prensa y unos medios de comunicación libres. Hace un siglo se publicaban un gran número de pequeños diarios y periódicos locales donde contrastar opiniones. Hoy, los medios de comunicación son propiedad de una Élite de poder. Es la misma Élite que esclaviza a millones de personas prestando dinero para la compra de lo que ella produce y, como dueña de periódicos y televisiones influye en el pensar, el sentir y el obrar de toda una población que se piensa libre. Para lograr esta voluntaria esclavitud proporciona distracciones ininterrumpidas que inducen a la abulia y despierta miedos y exigencias que hacen creer en lo irreal  tal y como lo hemos sufrido tanto en asuntos trascendentales como la Pandemia o la situación en Ucrania o la transición energética  como en pamemas ( el beso de Rubiales o el truculento caso de un asesinato en Tailandia).

Por supuesto que quedan periodistas honestos que no son profesionales de la mentira a sueldo de sus empleadores. Son periodistas a los que tratan de desacreditar y censurar y que generalmente no se encuentran ya el los medios oficiales. Mediante iniciativas legislativas destinadas a combatir lo que los gobiernos llaman «fake news» y la presión de una nueva casta de guardianes de la moral siempre atentos a la mínima transgresión en todos los ámbitos de las artes y las ciencias, su labor se hace cada vez más difícil.

Mencionemos este diario como un reducto de opiniones diversas. Quedan pocos. Pero es preciso dejar claro que la supervivencia de la democracia depende de la capacidad de un gran número de personas para optar y actuar con sentido lógico y realista a la luz de la información adecuada. En la actualidad, los periodistas cuyas cara vemos en todas las cadenas, explotan sin pudor la irracionalidad de la gente en beneficio de quien los ha contratado. Un circo sin fin. Hay que reconocer que están logrando un éxito considerable. Conseguirán que amemos nuestra servidumbre y que todos los meses nos inoculemos RNA mensajero o nos sintamos hombres por la mañana y mujeres por la tarde o tomemos un fusil y vayamos a Ucrania en defensa de la democracia o que veamos a Rubiales como un nuevo » Jack el Destripador» y le demos garrote en la plaza pública. O que hagamos todo eso a la vez. No se. Todo puede suceder. La mentira es poder. Está en nuestros genes.

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1 COMENTARIO

  1. Lo siento, pero para mí, la negación del cambio climático, de la violencia de género, de la evolución, o decir que la guerra civil fue un malentendido entre abuelos, no son “opiniones diversas”. Una forma de mentir, es reflexionar: “a ver qué opinión diversa me invento, al margen de la realidad, para llevarme el gato al agua”.

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