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Natalio

Todas somos feministas. Sí, tú también, por el hecho de ser mujer, o por ser hombre, seas de derechas, de izquierdas, central o de medio campo, eres feminista si defiendes la libertad de ser persona con dignidad, integridad y nobleza

Mercedes Peña
Mercedes Peña
MP Abogados de familia
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análisis

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Natalio, agradezco tu invitación un año más para incluir, en el Día Internacional de la Mujer, un artículo en tu revista, como llevo haciendo desde hace varios años, pero tengo que ser sincera, es que no tengo nada que añadir. Alguna vez me has dicho que era un oxímoron, una mujer conservadora y feminista. Pues será eso, no tengo nada que decir, creo que está todo dicho. ¿Quieres que hable de la menstruación o menopausia? Las grandes farmacéuticas ya lo han dicho todo, no han perdido la oportunidad de negocio y siguen ganando mucho dinero con el tema. Podría hablar del aborto, de anticonceptivos, de sexo geriátrico, ahora muy de moda. O quizás de los estantes de los supermercados dirigidos a las mujeres, en el de la derecha, las magdalenas rellenas de chocolate, con el letrero “date el gusto”; y a la izquierda, unas infusiones con olor a pienso para conejos, con el letrero “look perfect”. Natalio, estamos ya todas musculadas, algunas con más abdominales que nuestros maridos, dirigimos empresas cotizadas en bolsa, alcanzamos los mejores puestos en las oposiciones y las mejores calificaciones universitarias. Lucimos condecoraciones militares y vamos a la guerra. Como escritoras, nuestras novelas son bestsellers, por encima de las que publican los hombres, somos bomberas, costaleras y algunas pagan incluso una pensión a su ex cuando se divorcian.

Tenemos hijos si queremos acudiendo a una clínica de reproducción asistida, sin necesidad de tener pareja. Jugamos al fútbol, somos campeonas, si a Jenny le han dado un pico, a Ocampos le han metido un dedo en el culo. ¿Quieres más igualdad? Cuando nos cansamos de ser mujeres, vamos al Registro Civil y nos cambiamos de nombre y sexo. Natalio, como dice mi amigo Pepe Cote: ¿qué más hay? Mejor no insistir en este tema, invítame a hablar del bienestar animal, de sostenibilidad, de energías renovables, aquí está la modernidad.

“Natalio, estamos ya todas musculadas, algunas con más abdominales que nuestros maridos, dirigimos empresas cotizadas en bolsa, alcanzamos los mejores puestos en las oposiciones y las mejores calificaciones universitarias. Lucimos condecoraciones militares y vamos a la guerra”

Ahora, donde hay laca para las uñas, lápiz de labios, sostenes y tacón, puede haber una mujer o un hombre. Como dijo Hinkemann, “el mundo ha perdido el alma, y yo, mi sexo”. Bueno, pensándolo bien, no siempre es así, debajo de un burka puede haber laca de uñas, pero no un hombre, siempre hay una mujer. Y el burka es sólo un símbolo, algo que, para las mujeres del primer mundo, es impensable. Vivimos en un mundo en el que gozamos de la libertad de ser personas. Todas somos feministas. Sí, tú también, por el hecho de ser mujer, o por ser hombre, seas de derechas, de izquierdas, central o de medio campo, eres feminista si defiendes la libertad de ser persona con dignidad, integridad y nobleza, la libertad de hablar en voz alta y sentarse con las rodillas separadas. Esto quizás no es una novedad para las mujeres de nuestro entorno, pero hay una gran parte del mundo en el que las mujeres no conocen ni la libertad de pasar hambre. Nosotras, las del primer mundo, sí que sabemos de esto, de la libertad de pasar hambre, de las dietas a las que nos somete el look perfect. La mayor parte de las mujeres del mundo, no solo siguen pasando hambre, siguen teniendo miedo, no tienen la libertad de vivir sin miedo, la libertad de palabra y credo. Una gran parte de las mujeres de un mundo, que no es el nuestro, de forma escandalosa siguen mudas, y continúan cargando con todo tipo de prejuicios impuestos por la política y la religión, con la cara cubierta, amordazadas y mutiladas. Quizás hay un feminismo para las mujeres del mundo rico, que vivimos bajo la presión del look perfect, algo que curiosamente es percibido como un signo de libertad por las mujeres del mundo pobre. Un mundo rico, en el que aun teniendo dinero se es pobre, porque la estimulación que recibimos constantemente para consumir es infinita. El mundo influencer es una llamada constante al consumo, de forma que esta mujer rica y feminista del primer mundo está embotada, tiene libertad de expresión, pero no tiene voz, su voz está adormecida, anestesiada en las clínicas de estética, sus rostros son inexpresivos, por el adormecimiento que produce el bótox. Hemos acallado nuestra voz ante lo que está pasando en otros países del mundo. Sin ir más lejos, nuestros deportistas de elite, como elefantes, van a morir al cementerio de oro de países islámicos en los que los derechos de la mujer son pisoteados. Estos mismos países financian y esponsorizan equipos deportivos en el primer mundo, y lo vemos hasta en la publicidad de las indumentarias con las que salen al campo de juego.

Si el movimiento feminista en los 70 y 80 encontraba peligrosas las revistas de hogar y moda dirigidas a la mujer, porque las cosificaban en su papel de ama de casa, el bombardeo que desde redes sociales se realiza hoy con la publicidad, dirigida a la mujer no es mucho mejor. Tenemos que triunfar, y lucir perfectas, y a cualquier edad. Mientras me hace efecto la crema analgésica en la sala de espera de una clínica, para un tratamiento que eliminará las manchas del sol, termino de escribir estas líneas. El 11 de mayo me reúno con mis compañeros del Colegio Claret, vamos a celebrar que hace 40 años salimos del colegio, y voy a lucir perfecta. Hoy, 8 de Marzo, es el Día Internacional de la Mujer, felicito a todas las mujeres, especialmente a mis compañeras del colegio. Y ánimo, mañana día 9 de marzo es el Día Internacional de la Tortilla de Patatas.

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