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Y ahora, ¿qué?

Julián Arroyo Pomeda
Julián Arroyo Pomeda
Catedrático de Filosofía Instituto
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análisis

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Ya se celebraron las elecciones con más de un berrinche, que se llevó a muchos por delante. Se equivocó incluso la “reina” Isabel de Madrid y algunos de sus sabios gurús. Parece que les ha abandonado el karma definitivamente. ¿Qué nos queda?

Lo sabemos todos. El que ha ganado en votos populares cuenta tanto o que deberá presentarse a la investidura, dicen muchos. Por desgracia, aquí los votos que cuentan son los parlamentarios, de acuerdo con la Constitución.

En consecuencia, unos no aceptarán a los otros y los otros no cederán, porque están en su legítimo derecho. Solo seguirán la matraca de siempre: gobernarán con filo etarras, independentistas, perseguidos por la justicia, los que están pagando sus penas, o las han pagado ya. Habrá que pasar por esta horca, porque uno es un partido de Estado y no se va a doblegar por dignidad.

Nadie puede ver a este partido de Estado, más que Vox y a medias, por tanto, la suma de votos no les llega. Prácticamente, se quedan solos con sus pensamientos.

¿Habría alguna solución? Parece que sí, de acuerdo con los interesados, pero todas ellas resultan estrambóticas e imposibles. Veamos.

Dicen los ultras que habría que convencer a algunos socialistas buenos. ¿Cómo? Aquí surgen algunas apuestas, todas peligrosas.

Sesudos periodistas y tertulianos, que dominan los medios de comunicación han lanzado la idea de que los dos partidos mayoritarios se repartan el gobierno durante dos años. No olvidemos que estamos en España. En países extranjeros sí puede caber esto, como gobernar las dos formaciones en coalición, pero aquí es imposible, dados las posiciones culturales, políticas y sociales que se han venido marcando.

Tenemos algunas pruebas. Por ejemplo, cuando el partido de Estado ha pedido el voto al PNV, lo han rechazado inmediatamente, sin sentarse sintiera a dialogar. ¿A quién se le ocurre pedir esto a un partido independentista? Los vascos se han sentido muy enfadados y con razón. Otro caso es el de Coalición Canaria. Les han dado el gobierno, no por ellos mismos, sino para evitar que el gobierno fuera del PSOE y ahora piden sus votos con una pizca de desprecio.

Ahora que la máxima propuesta es la de la “reinona” Isabel, de Madrid. Gobernarán, destronando al rey y proclamando la tercera república. La desesperación ha llegado a afectar al cerebro. Ha empezado a la neurosis.

¿Y qué hace, mientras tanto, el gobierno en funciones? Disfrutar de vacaciones en Lanzarote, sin haber fijado la fecha de su finalización. ¿No estará estimulando que alguien explote por no poder aguantar los nervios? Claro que, por causa del adelanto electoral, también se han quedado sin vacaciones, así que es la hora que disfrutarlas como todo el mundo que pueda.

Porque aquí parece que todo el mundo se las toma, pero no, hay quien no puede irse de vacaciones, o dicen que es que no quieren. La economía no va mal, pero, muchas veces no llega a todas las familias.

El gobierno en funciones no es que haya perdido la cabeza, es que necesita tiempo y tiene que pensárselo muy bien. Gobernar España no va a ser fácil, es de esperar que la oposición continúe tan mostrenca como siempre.

Además, Europa nos necesita y queda una gran labor que hacer y es necesario tener éxito. Este mandato no puede ser uno más, tiene que ser efectivo y valiente. Alguien tendrá que rendirse de a dar algunos pasos necesarios para atender a los problemas que se presentan.

El gobierno en funciones deberá atender a los asuntos que no pueden esperar. Debe prepararse bien y entrar de una vez a que lo que no tiene espera. Aquí no se puede hacer el ridículo, sobre todo cuando se sabe lo que hay que hacer. Otra cosa es que pueda hacerse, pero querer es poder.

La excepción ibérica no puede fallar. El prestigio de España está en alza y no basta sólo con cumplir. Hay que realizar lo necesario, ahora que existen medios. Europa no es una nimiedad. Deberá hacerse respetar por los gigantes mundiales, como China, EEUU, Rusia, etc. Que lo vayan visibilizando y que no se crean que todo se pueda cocer entre ellos. Una guerra tan cruel y larga como la actual de Rusia contra  Ucrania, en vigor todavía, no puede ocurrir más. Hay que conseguirlo entre todos.

Otro caso es el de Iberoamérica. Nos quejamos de su política, pero no hacemos nada están diré para que cambie. Necesitan situaciones democráticas, pero también medios materiales imprescindibles. Y esto Europa lo puede proporcionar. Adelante, pues.

Ante una problemática de tantísima gravedad deberían quedar pequeños problemas diarios en cada uno de los países. Si esto no nos mueve y nos hacen gritar por el escándalo, ¿qué hay que nos pueda hacer reaccionar? Es que somos muy chatos, nos angustiados por nada, las agarradas cotidianas deben dejar de contar en nuestras preocupaciones. Pero no es así, nos creemos en ombligo del mundo y no soportamos poder están sin gobierno un par de semanas. Nuestra altura moral se resiente cada vez más. Mentecatos estúpidos, que solo entendemos un poco de nuestras miserias y ruidos. Y así nos va.

Despertaremos alguna vez, no me cabe duda. El problema es cuándo. A ver si se mueve algo, aunque sea nada más que un poco, antes de que acabe la rabia por la muerte del perro.

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