La pregunta que no me dejaron hacer a Carlos Alcaraz

Era el último partido del Open de Madrid, y los sentimientos entre el público, y también entre los periodistas, se hallaban levemente encontrados. Y digo levemente porque si hubiese habido que decantarse de modo definitivo por uno de los tenistas que iban a jugar la final del Open 2023 está claro que el gato al agua se lo habría llevado Carlos Alcaraz, pero…

Pero la historia de Struff, Jan Lennard Struff, el “lucky loser”, el “perdedor con suerte”, es de las que conmueven al público; y el público siempre quiere que al final del cuento Cenicienta se case con el príncipe y sean muy felices y que , tras comerse las inevitables perdices, ganen a Alcaraz en la final del Open.

Pero el problema era que la Cenicienta no se enfrenta a Tsitsipas o Medvedev, sino al mismísimo, idolatrado por todos, Carlos Alcaraz, y cuando vimos que le costaba ganar el primer set, y que el segundo no sólo le costaba sino que lo acababa perdiendo, los doce mil que estábamos en la Santana de la Caja Mágica empezamos a ponernos muy nerviosos y a rezar para que no se hiciera realidad nunca el estúpido cuento de hadas y nuestro campeón se llevara el trofeo; como finalmente sucedió para gran alegría de todo el público; o al menos de casi todo.

Y esa era la pregunta que me habría gustado hacerle a Alcaraz. Y para hacérsela, tener la posibilidad de hacérsela, me quedé hasta las once de la noche, las once menos veinte para ser precisos, en la zona de prensa de la Caja Mágica pues Omar desde el grupo SÓLO PARA LA PRENSA de “guasap” nos había avisado que el Muro del Palmar comparecía exactamente a esa hora.

A las once menos veinte llegó puntual Carlos Alcaraz después de hacer feliz a medio mundo fotografiándose con ellos. Estaba la sala de conferencias a rebosar, a diferencia de lo que había ocurrido cuando Struff compareció ante los medios veinticinco minutos antes y sólo le esperábamos un puñadito de periodistas curiosos. Struff nos contó, yo no lo sabía y me pareció fascinante, que ya se había enfrentado con Alcaraz en el pasado dos veces, una en Winbledon y otra en Roland Garros, y probablemente sorprenderá  a algún lector el hecho de que los dos encuentros anteriores al de la Caja Mágica entre Struff y Alcaraz les dejaban en tablas, pues Alcaraz ganó a Struff en 2022 en Winbledon, pero Struff ganó a Charly, a Carlitos, al muy querido Carlitos, en Roland Garros en 2021 por el tanteo que figura a continuación: 6-4, 7-6, 3-2.

(La Cenicienta de nuestra historia no era tan infeliz como parecía a primera vista. Y la prueba de su poderío y ambición es como jugó la final en el Open de Madrid, logrando que se le encogiera el corazón en la Manolo Santana a los doce mil espectadores).

Y esta es la pregunta que este cronista enmascarado habría querido a hacer a Alcaraz:

-Carlos, si no hubieses sido tú el rival de Struff ¿te habría gustado que se hubiese llevado el trofeo, que su ascenso desde el infierno de ser eliminado en la previa hubiese terminado en lo más alto del cielo?

No se la pude preguntar porque la sala estaba muy llena, había montones de periodistas reconocidísimos, entre otros mi viejo amigo Manolo Poyán, y el número de preguntas era limitado pues todo el mundo estaba muy cansado y con ganas de irse a su casa tras dos semanas de duro y exigente trabajo.

Me gustaría pensar, soy un animal sentimental, que Carlos me habría dicho que sí, que si él no hubiese sido el rival le habría hecho ilusión que ganase la Cenicienta y se casase con el príncipe.

Aunque luego lo he pensado más despacio y ya no estoy tan seguro. La derrota en Roland Garros no debió gustarle nada a Carlitos. Nada. Quizá habría respondido que Struff con haber llegado a la final ya podía darse “con un canto en los dientes”, como dice la expresión popular.

Carlos, si te llega este artículo de algún modo y quieres responder a la pregunta sería un honor y una alegría para nosotros. “Nos daríamos con un canto en los dientes”.

@TigreManjatan es nuestra dirección de “tuiter”.

Gracias, y

tigre tigre.