En la localidad manchega de Tomelloso, el Ayuntamiento, bajo el mando del PP y Vox, ha decidido promover una serie de cursos «para mujeres» que parecen sacados de un manual del siglo pasado. Costura, cocina, peluquería… actividades que, si bien pueden tener su valor, se presentan en un contexto que inevitablemente evoca a un tiempo en el que las aspiraciones y roles de las mujeres estaban confinados a las paredes del hogar.
Esta iniciativa ha generado un alboroto entre aquellos que defienden la igualdad de género, siendo el PSOE uno de los más vocales en su crítica, tachando la oferta educativa de machista y retrógrada. Figuras como la consejera de Igualdad, Sara Simón, y la eurodiputada Cristina Maestre, no han tardado en expresar su repulsa, viendo en estos cursos una perpetuación de estereotipos desfasados que la sociedad actual debería estar superando, no reforzando.
Lo que estos cursos revelan no es solo una preocupante falta de sensibilidad hacia la igualdad de género, sino también una visión limitante del potencial y las aspiraciones de las mujeres. En una era en la que la lucha por desmantelar las barreras de género nunca ha sido más intensa, la decisión de PP y Vox de promover este tipo de formación parece un desafío directo a los avances logrados.
La crítica no solo reside en la naturaleza de los cursos ofrecidos, sino en el mensaje subyacente que transmiten: la insinuación de que ciertas profesiones o habilidades son más apropiadas para las mujeres que otras. Este mensaje no solo es anticuado, sino que ignora la diversidad de intereses y capacidades de las mujeres, encasillándolas en roles predeterminados que la sociedad moderna se esfuerza por dejar atrás.
En lugar de fomentar la igualdad de oportunidades y la libertad de elección, estos cursos parecen sugerir un retroceso, una vuelta a una época en la que las opciones de las mujeres estaban severamente limitadas. En un momento en que deberíamos estar promoviendo la diversidad, la inclusión y la igualdad de género en todos los aspectos de la sociedad, iniciativas como esta representan un preocupante paso atrás.
Ante la ola de críticas, el alcalde de Tomelloso ha salido al paso, defendiendo la propuesta de los cursos como una iniciativa malinterpretada y además heredada de la anterior corporación. Según sus palabras, estos talleres no buscan reforzar estereotipos de género, sino ofrecer una variedad de habilidades prácticas solicitadas por la propia comunidad. Argumenta que, lejos de imponer roles tradicionales, el objetivo es proporcionar espacios de aprendizaje y desarrollo personal en áreas que, incidentalmente, han sido de interés para las mujeres en su territorio. La defensa del alcalde subraya un intento de equilibrar entre la oferta de servicios comunitarios demandados y la sensibilidad hacia los avances en igualdad de género, aunque esta explicación no ha aplacado las críticas de quienes ven en la iniciativa un paso atrás en la lucha por la igualdad.
Las políticas y programas educativos deben reflejar y fomentar los valores de igualdad y respeto, ofreciendo a las mujeres (y a los hombres) la libertad de explorar todas las áreas de conocimiento y trabajo sin prejuicios ni limitaciones. La decisión de PP y Vox en Tomelloso no solo desatiende estas consideraciones, sino que también pone de manifiesto la necesidad de una reflexión más profunda sobre cómo las instituciones y los partidos políticos pueden y deben contribuir a la lucha por una sociedad verdaderamente igualitaria y libre de estereotipos de género.
Mulleres hai que sinten necesidade de submisión ós homes porque así son educadas, non hai outro misterio nesta cuestión. Outra cuestión é a cuestión que certas familias sobrepoñen á educación social e académica que nada teñen que ver con estas actitudes, e que por outra banda derruban a labor dunha educación que de ningunha maneira é moderna, senón que foi substituída polo machismo dende a chegada de Roma e seu imperio, dende aquilo involución, que só afecta ó xénero feminino.