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El profesor Juanmo Giménez nos habla sobre el método de enseñanza «Lipman»

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análisis

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En un foro de WhatsApp, JuanMo Giménez (alias de Juan Morales Giménez), soltó algo así de un método pedagógico muy vinculado a la filosofía y que él emplea tanto con sus alumnos y alumnas como en sus actividades docentes en la prisión, donde anda de voluntario. Pronto me picó la curiosidad por este sistema de enseñanza conocido por Lipman, el cual lleva el nombre de su creador,   y que consiste en un proyecto de filosofía para niños a través de narraciones y conversaciones filosofíicas, casi nada.

En esta entrevista, pues, surge de esta inquietud por saber más sobre este y, de paso, darlo a conocer a nuestros lectores. 

JuanMo es maestro de primaria, psicopedagogo, Doctor en Filosofía y Ciencias del Lenguaje por la UAM y máster de investigación de Filosofía Contemporánea por la UGR. Sus investigaciones focalizan en las prácticas filosóficas de la infancia como son el programa de Filosofía para niños y el IPP de Óscar Brenifier, además de ser vocal de la asociación de Filosofía para niños/as de Andalucía y de la asociación Filosofía en la Calle. Es el creador de los talleres Pequeños Filósofos, y em esta línea ha consolidado el manual de Cinesofía en el aula en donde combina filosofía práctica, pedagogía y cine. En su vida diaria, experimenta la filosofía en numerosos contextos: exclusión social, menores en medidas judiciales, formación del profesorado, etc. Ha sido locutor de radio, cuenta cuentos, poeta cinevisual y, entre otras obras, es el autor del ensayo La competencia de enseñar a pensar y la novela de ciencia-ficción El ángel de las buenas noches: Un cuento filosófico para adultos.

Francisco: Según tengo entendido el método Lipman ofrece un material bastante idóneo para desarrollar el pensamiento critico y racional en el niño, pero seguro que tú como experto en este nos podría explicar mejor en qué consiste el mismo y en qué criterios se basa.

JuanMo: Será un placer, verá nos referimos a la metodología y programa de Filosofía para niños/as (FpN o P4C en inglés) que diseñó el filósofo norteamericano Mathew Lipman junto a la pedagoga Margaret Sharp. Por ello considero más apropiado llamarlo el método Lipman-Sharp. Y tal y como mencionas, FpN es un método parar enseñar y aprender a pensar en todas las edades y es considerado por diversas investigaciones de control como un programa eficaz para el desarrollo del pensamiento complejo (crítico, ético y estético) a través de las humanidades.  

Lipman y Sharp se dieron cuenta de que la filosofía, no solo como disciplina temática integradora, sino como proceso en sí mismo, era la vía más apropiada para despertar la atención, el asombro, la cuestión por el mundo, la problematización, la resolución de retos, la profundización, la creación de nuevos conceptos, la búsqueda del sentido, etc. Ante esto, se propusieron ordenar estas habilidades del pensamiento y competencias filosóficas en torno a un método educativo asequible a los docentes para introducirlo en la escuela y en los currículos educativos.  Para ello decidieron elaborar un catálogo de novelas filosóficas infantiles, muy al estilo de los diálogos de Platón. En lugar de mostrar a Sócrates darles caña a los sofistas, se muestra a niños y a niñas que mantienen esas mismas preguntas, pero en contextos cotidianos de la infancia como hablando con su mejor amiga de camino a la escuela, pero ¿qué es la amistad?, o teniendo un pensamiento en clase de biología, pero ¿Qué es un pensamiento? ¿un pensamiento es algo vivo? ¿qué es pensar?, o discutiendo por un balón en el recreo, pero ¿qué está bien y está mal? ¿qué solución dar? ¿Está bien discutir? A través de estas provocativas lecturas disparadoras se inicia una discusión basada en preguntas socráticas empleando la técnica filosófica más antigua de todas: el diálogo con el otro.

Francisco: Matthew Lipman fue un filósofo que allá en los años ochenta se dio cuenta que no estaban aprendiendo de manera adecuada lo que se enseñaba en filosofía, solo se limitaban a memorizar y vomitar lo memorizado, pero no realmente a hacer filosofía ¿realmente ha visto resultados empleando este método?

JuanMo: Lipman observó que cuando los estudiantes llegaban a la universidad ya era tarde, y se preguntaba, ¿qué ha pasado en el proceso? ¿En qué momento del proceso educativo ocurre o se inicia ese desplome del pensamiento? Entonces decidió ir hacia atrás en el sistema educativo, como el que recoge migas de pan en un recorrido, y detectar el momento exacto en donde eso sucedía y repararlo. Retrocedió tanto que cuando se dio cuenta estaba en el origen de la escolarización. Lipman señaló que la responsable de ese debilitamiento del pensamiento era la propia maquinaria escolar, sus currículos y sus políticas educativas. En sus análisis sobre sus agentes recetó que un docente comprometido con el cambio es un docente que apuesta ante todo por enseñar a pensar a sus alumnos/as, más allá del currículo y no importa la materia, porque el fin de esa materia es pensar esa materia. Y eso, es pensar y pensar el pensar (metacognición). En su obra cumbre, La filosofía en el aula, señaló que “el docente es el talón de Aquiles de la enseñanza del pensamiento” y que su labor es fundamental, pues un docente que no piensa (complejamente) difícilmente puede enseñar a pensar (complejamente). Lipman, que era discípulo de Dewey, consideraba que si no se enseñaba a pensar de forma compleja eso acabaría afectando a la democracia.  

Hablando de memoria; es interesante notar que el método tiene una enorme base teórica que recombina tres fuerzas: filosofía, pedagogía y psicología, y en esta última se detienen para analizar muchos procesos mentales. Si es cierto que Lipman no niega la memoria, ya que ella es esencial para sostener la coherencia de un pensamiento. Detrás de la memoria debe haber unas razones, y son esos razonamientos los que hacen que la memoria sea útil y significativa. Lo que, si niega Lipman, en la línea de Freire, es el aprendizaje bancario, es decir, confundir aprender con memorizar palabras despropiadas, pasivas, alienadas, serviles, impersonales, y sin razonamiento lógico ni crítico para la persona; y que corresponden más bien a una forma de pensar asociada a un examen de copia/pega meritocrática. Y además todo esto está reforzado, pues históricamente a los grandes hacedores de exámenes memorismos, letra a letra, se les ha considerado “alumnos/as brillantes”. Este tipo de aprendizaje del camello es el que Lipman y sus seguidores ven desastroso para la pedagogía del juicio.  

Y respecto a los resultados de Fpn o práctica filosófica de la infancia, indicar que son potenciales y convincentes, sobre todo si podemos desarrollar el método durante un tiempo extenso con un mismo grupo de alumnos/as y tomar registros. A nivel científico, las investigaciones y publicaciones sobre su impacto son constantes y numerosos estudios longitudinales lo ha designado como un programa eficaz para desarrollar el pensamiento. Yo mismo he analizado datos y he experimentado que los grupos que filosofan aplican esas habilidades blandas (soft skills) a las demás áreas académicas, a sus técnicas de estudio y sus relaciones sociales y empáticas entre iguales, ya sea en el recreo o almorzando con su familia. Ahora bien, a día de hoy se siguen requiriendo más investigaciones que actualicen y mejoren el programa y su praxis, y considero personalmente que es labor de los maestros/as actuales, docentes de todo tipo e investigadores que lo sigan poniendo en marcha en sus contextos, y así demostrar el lugar que tiene la filosofía y el filosofar en la educación. Aun queda mucho por hacer. Siempre estamos empezando.

Francisco: ¿Cómo se empieza dando una clase para niños?, mejor dicho ¿cómo se inicia a un niño en la filosofía y cómo puede repercutir esta en su calidad de aprendizaje?

JuanMo: El niño/a es ya un filósofo natural, ya trae el cuestionamiento de serie, son los niños mismos los que empiezan a interrogar la totalidad de lo real con el incansable ¿por qué? Esas problemáticas propias de la niñez es los que Lipman y Sharp llamaban “filosofía de la infancia». En ocasiones esa actitud filosófica abruma a demasiados adultos, los cuales muchos han olvidado las preguntas por el sentido o incluso sienten un impotente temor al cambio, y en lugar de tomar estos momentos para profundizar y reflexionar les callan taponándoles con sus propios dogmas cerrados. Pero ¿y si el niño/a tiene razón? Esto conlleva a tratar a los niños con dignidad, igualdad y humildad, tratarlos con falibilismo, desde el principio “yo solo se que no se nada” que nos regaló Sócrates. Por ahí hemos de empezar nosotros para empezar con ellos.  En esta línea hemos de considerar que en lugar de predicar con tantas plomizas charlas a los alumnos/as e hijos/as, les hagamos preguntas, les dediquemos un tiempo desacelerado y los escuchemos con un afilado oído para interrogarlos. Eso los mantendrá mucho más activos y no mataremos a su filósofo interior. Además, lograremos otro fin, en lugar de crear personas obedientes, sumisas de recetas y ávidos de ser followers de charlatanes, tendremos personas más racionales, autónomas y consecuentes. Fíjese, este es un aspecto crucial para todos, para mejorar la democracia, y tal vez hemos de preguntarnos ¿y si justo es esto lo que hay detrás de muchas de las dificultades actuales y síntomas de la democracia cansada?  En definitiva, y como exponían Dewey y Lipman, para vivir en democracia hemos de enseñar en democracia. Y para ello, hace falta pensar con rigor.

Francisco: Por otro lado, ¿cómo se empieza? ¿Cómo iniciar el filosofar en la infancia?  

JuanMo: Es muy fácil iniciar una sesión o taller filosófico, solo basta con preguntar ¿de qué queréis hablar hoy?, así arranca el diálogo filosófico. Luego pasar a un diseño consciente sobre los temas eternos, la felicidad, la muerte, la libertad, el amor, dios, el yo, el tiempo, etc. Todo ello desde cualquier disparador que origine una cuestión o problema, pudiendo ser este un acontecimiento real (con su mascota, una pelea en el pasillo, una noticia en el telediario), o puede ser desde un cuento, fábula, obra de arte, canción o una película. Hay una vasta gama de material ya orientado a esto, y es recomendable ojear los manuales de FpN ya que traen categorizados ejercicios de todo tipo.  Ahora bien, el niño/a puede asaltarnos con muchas preguntas, pero de lo que no dispone a priori es de un rigor lógico, y eso mismo es lo que hemos de entrenar a través de los juegos del lenguaje, la argumentación y la decisión ética. Pero para ello primero hemos de empezar con nosotros mismos y tener afinidad con la lógica y la caja de herramientas del filósofo, el lenguaje. Además, y esta es una decisión pertinente, hemos de crear un espacio filosófico y lúdico que posibilite esta atmósfera, para ello hacen falta varios ingredientes mínimos como son: construir una comunidad de investigación e indagación científica, abogar por un aprendizaje dialógico basado en la pedagogía de la pregunta, amar los problemas, reconocernos como docentes falibles que no estamos en posesión de una verdad última y abogar por una cultura de la evaluación reflexiva o autoexamen. Bueno y ¿cómo repercute esto? Pues directamente en la mejora en la observación, la escucha atenta y empática, el análisis, la memoria, el trabajo cooperativo, de resolución de problemas y sobre todo el cuestionamiento consciente; y como este ayuda a toda persona a conocerse así mismo, y eso, es algo que repercute en cada minuto de nuestra vida. Como decía Marco Aurelio, la calidad de tu vida depende de la calidad de tus pensamientos.

Francisco: ¿Podría tener futuro esta disciplina en nuestro sistema educativo tal y como están las cosas con la filosofía?

JuanMo: Por supuesto que se podría. En mi tesis doctoral Cinesofía en el aula, enseñar a pensar a través del cine, recopilo algunas de las formas que vendrían a constituir un supuesto “currículo del pensamiento”. Una es crear o disponer una materia oficial para el pensamiento crítico y moral, que podría hacerse desde arriba, desde las reformas educativas, o desde abajo, la autonomía de los centros. El currículo actual añade al final de la etapa primaria la metería de Educación en valores cívicos y éticos, cuyo planteamiento se ajusta a la perfección. Aquí en Andalucía en la etapa de la ESO está la optativa propia de Oratoria y debate, la cual puede ser orientada a la práctica filosófica, y la optativa de Filosofía y Argumentación. La alternativa hueca a la religión (conocida ahora como Atención Educativa) también es una oportunidad, si se desea, para desarrollar un proyecto sobre Filosofía para niños/as en todas sus dimensiones. Disponiendo de estas áreas/materias o de un tiempo para cristalizar un proyecto que opere bajo esta metodología, recomiendo, a modo de orientación general, dos o tres sesiones semanales, de 10-15 minutos en infantil, de 30-45 minutos en primaria, y de 45-60 minutos en secundaria y bachillerato. No olvidemos que es un proceso que elogia la lentitud, pues da más importancia a la raíz que al tallo en flor. Otra forma de abordarlo sería a través de un eje trasversal que afecte a todas las áreas, al igual que está el eje de la educación para la salud, la paz, etc.; puede perfilarse un eje de pensamiento crítico o de aprender a pensar. Por último, y tomando el enfoque competencial que se exige hoy en la educación global, es abonar todas las áreas que se impartan desde las competencias filosóficas y aplicar estas metodologías y su efecto metacognitivo en todas las áreas, ya sea lengua, matemática, geografía, robótica o cultura del flamenco. A gran escala, yo abogo por este enfoque transcurricular porque permite filosofar en las demás áreas, ya sea como metodología central o en momentos puntuales. La clave está en que hemos de dejar de ver solamente FPN como una disciplina cerrada y hemos de verla como un método, un método abierto para investigar, un método para enseñar a pensar. Con esto dicho, y con su permiso, me gustaría detenerme en una aclaración final, es que una cosa es impartir una asignatura de contenidos de filosofía y otra muy distinta es filosofar, es decir, practicar o hacer filosofía. Esto requiere una honda reflexión y supone un gran salto en el formato metodológico. Aquí toca decidir si queremos la pastilla roja.  

Francisco: Por último, ¿qué aconseja a quienes se quieran iniciar en este método y dónde puede acceder para formarse mejor?

Lo primero es acercarse a algunas de sus obras y materiales fundamentales, como es La filosofía en el Aula, o las novelas filosóficas del programa, como el Descubrimiento de Harry o Pixie, acompañados de sus exuberantes manuales de ejercicios. También los materiales de Óscar Brenifier son excelentes, muchos de ellos descargables en su web oficial, remarcando su obra Filosofar como Sócrates.  En este acercamiento inicial, lo apropiado es incorporar ciertas ideas y estrategias en nuestra cotidianeidad y al diseño de nuestras sesiones educativas. No olvidemos que filosofar es practicar. Lo segundo es ponerse a conciencia practicar la filosofía, acudir a talleres, seminarios, encuentros, sesiones online, etc. Para ello se puede ojear periódicamente la oferta de talleres y cursos formativos de nuestra asociación andaluza (www.fpnandalucia.org) y del centro nacional en España (www.filosofiaparaninos.org).Lo tercero es formarse oficialmente, completando el catálogo de cursos oficiales y acreditativos de nuestro centro nacional antes mencionado, además de acudir a los encuentros formativos y congresos anuales, los cuales son muy nutritivos a nivel vital. Para tener una formación más polivalente y rigurosa también recomiendo la oferta de actividades del IPP (Instituto de Prácticas Filosóficas) del filósofo francés Óscar Brenifier cuya oferta es muy activa en su web (www.pratiques-philosophiques.fr) y su referente en España (www.tallerdepracticasfilosoficas.com)  En cuarto lugar, sugiero explorar los materiales paralelos que hay, como es el material visual Wonder Ponder, los recursos de Cinesofía para niños, los cuentos de La Mariquita Juanita de Angélica Sátiro, los cuentos de Robert Fisher, explorar la lista de cuentos y ejercicios del currículo creado por Lipman-Sharp, los juegos de mesa de Lourdes Cardenal (www.lourdescardenal.com) etc. Seguir las publicaciones referentes al tema, donde es potente y prolífico el trabajo de Félix García Moriyón, quien es el discípulo de Lipman-Sharp más relevante en nuestro país. Un quinto paso sería aborda otras formas que amplían nuestra práctica filosófica, como son los cafés filosóficos (o meriendas filosóficas en el caso de niños/as), las consultas filosóficas, el asesoramiento filosófico a empresas, etc. También acercarse a movimientos de filosofía aplicada como es Filosofía en la Calle (www.filosofiaenlacalle.com) cuyos talleres y conferencias pretenden agitar el pensamiento dinamizando espacios públicos. El último paso es seguir practicando. Después seguir practicando. Y luego practicar más. Ejercitarse como en un gimnasio filosófico, disfrutando la mejora y la discusión con lo otredad, diseñando nuevos materiales, incorporando la metodología en todas las áreas posibles y sus competencias a nuestra mirada y escucha cada día. Porque el que desea enseñar a pensar debe ser un buen aprendiz del pensamiento, ¿verdad?

JUANMO GIMÉNEZ (Alias de Juan Morales Giménez)

www.juanmogimenez.com

Para un acercamiento a los materiales de Cinesofía en el aula: como enseñar a pensar con cine y a la obra de JuanMo Giménez, puede acceder en www.juanmogimenez.com

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