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La apología del eufemismo: «conveniencia» ahora se llama «adaptabilidad»

Desde el PSOE se pretende hacer pedagogía a través de un neolenguaje que pretende esconder lo que de verdad está sucediendo en España: todo gira en torno a satisfacer los intereses de Pedro Sánchez

José Antonio Gómez
José Antonio Gómez
Director de Diario16. Escritor y analista político. Autor de los ensayos políticos "Gobernar es repartir dolor", "Regeneración", "El líder que marchitó a la Rosa", "IRPH: Operación de Estado" y de las novelas "Josaphat" y "El futuro nos espera".
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análisis

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Desde el mes de junio de 2017, el Partido Socialista es una institución entregada a los intereses de su líder supremo. Todo lo que se hace y se dice tiene que ir en consonancia con lo que precisa o necesita su secretario general. En muchos aspectos daría la sensación de que ha habido una transformación de partido político a un ente indefinible, puesto que se ha hecho desaparecer en su práctica totalidad algo que estaba en el ADN del PSOE: la crítica interna.

Ahora, con los pactos a los que ha llegado el PSOE con los partidos independentistas catalanes para la investidura de Pedro Sánchez, y sabiendo que se enfrenta a una dura batalla legal, política y social porque se han traspasado líneas rojas que no entran dentro del consenso democrático, el Partido Socialista está intentando hacer una pedagogía sobre el diálogo, el consenso y la adaptabilidad como elementos fundamentales de la democracia. Lo que realmente esconde esa pedagogía es la utilización de eufemismos para esconder que esos acuerdos han sido producto de la conveniencia de Pedro Sánchez, nada más.

Normalmente, cuando hay que dar muchas explicaciones sobre una acción es que esa acción no es correcta. Además, el propio gobierno ha reconocido que el contenido de los pactos, incluida la ley de amnistía, está condicionado por la necesidad de votos afirmativos para la investidura por Pedro Sánchez. Si no hubiera necesitado el apoyo de Junts o de ERC no habría habido ni ley de amnistía, ni condonación de la deuda de Cataluña con el Estado (15.000 millones), ni transferencia de las cercanías, ni mesa de diálogo para el referéndum de autodeterminación.

La confesión del ministro de Transportes es la confirmación de que no se trata de adaptabilidad sino de necesidad y de la conveniencia de una persona. Eso se demuestra, además, en que se tardaron apenas 72 horas en modificar lo que estaba dentro del marco constitucional y lo que estaba fuera. Todo ello, sin reforma alguna de la Carta Magna. ¿Adaptabilidad? Más bien conveniencia.

El consenso, la adaptabilidad y el diálogo como herramientas de desarrollo democrático se habría dado, por ejemplo, si se hubieran iniciado conversaciones entre el Partido Socialista y el Partido Popular para formar un gobierno de gran coalición que hubiera cerrado la tensión y la polarización.

Desde un punto de vista ideológico en España es muy complicado un acuerdo político de este tipo. Los militantes de los dos grandes partidos no lo aprobarían pero, en realidad, sería posible siguiendo el actual argumentario del PSOE.

La democracia española necesita de reformas muy profundas, que incluyen elementos constitucionales, que sólo son posibles con un gran acuerdo entre PP y PSOE. Es fundamental un gran pacto que blinde los pilares fundamentales del estado del bienestar como son la sanidad, la educación y la protección social. Ese gran consenso sólo es posible con los dos grandes partidos. No hay más historia.

El argumentario socialista de defensa de la adaptabilidad y el diálogo fortalece a quienes, desde la derecha y la izquierda, patrocinan ese gobierno PSOE-PP y sostienen que adaptarse y dialogar para conseguir un gran acuerdo de país con quienes piensan de manera diferente.

Cuando se les refiere este planteamiento a militantes socialistas del sector más radical del pedrismo se echan las manos a la cabeza. «Eso sería imposible», dicen. Sin embargo, callan cuando se desarrolla la argumentación utilizando el mismo argumentario que desde Ferraz se ha trasladado a agrupaciones y federaciones. Hay que adaptarse, hay que dialogar, hay que alcanzar consensos con quienes piensan de manera diferente…, etc.

La realidad es que desde el PSOE de Pedro Sánchez se está instruyendo a sus bases para que hagan apología del eufemismo, para que intenten vender hielo a los esquimales y transformar lo anormal en normal. No hay adaptabilidad, no hay mimetismo, lo que hay es mucha mitomanía y demasiado eufemismo para ocultar que lo que realmente mueve al actual Partido Socialista es la conveniencia de su secretario general. Ni más, ni menos.

Nadie duda de la legitimidad del actual gobierno, nadie duda de que el diálogo es fundamental para la resolución de conflictos, nadie duda de que hay que alcanzar acuerdos con los que piensan de manera diferente. Sin embargo, el consenso jamás puede venir derivado de una claudicación que sólo favorece la conveniencia y los intereses de una persona.

El precio que se va a pagar por el «juguete» de Pedro Sánchez es desproporcionado, económica y constitucionalmente. Desde luego no es fruto de la adaptabilidad a nada porque, mientras se está dispuesto a pagar 166.000 millones durante la legislatura para que Sánchez siga en la Moncloa, el gobierno ha vetado la proposición de ley de atención integral a los enfermos de ELA y otras personas en situación de gran dependencia, presentada por Vox, al considerar que generaría una disminución presupuestaria en las cuentas del Estado, cifrada en 38 millones de euros.

Cuando un gobierno reconoce que los acuerdos que han sido necesarios para la investidura de un presidente son fruto de la conveniencia y la necesidad, entonces no hay mucha más pedagogía que hacer. No se puede enmascarar con la dictadura del eufemismo lo que es blanco y viene en botella y eso es lo que está pretendiendo hacer el PSOE de Pedro Sánchez.  

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1 COMENTARIO

  1. En Torrox se dice » es un convenío » sobre perdona que está a lo que le conviene y no a la norma o costumbre. Un tal Antonio que nos tiraniza también responde a convenío.

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