Según distintas asociaciones de búsqueda de bebés robados, se calcula que unos 300.000 recién nacidos fueron sustraídos a sus progenitores y vendidos a otras familias. Ahora, diferentes entidades luchan por recuperar su vida, saber qué fue y si verdaderamente están fallecidos o no.
Carmen dio a luz en julio de 1972 en un taxi a las puertas del Hospital Santa Cristina de Madrid. Cuando una matrona y una monja se llevaron a su hijo al interior, ya nunca lo volvió a ver. Lo dieron por muerto y 48 años después sigue luchando por intentar saber si su hijo está vivo, ya que todos los papeles que tiene se encuentran con tachones y borrones que parecen indicar que no son verídicos.
Su caso es solo uno de los muchos que hay en nuestro país. Hay otros, como el de la murciana Inés Madrigal, que tras 32 años consiguió encontrar a su familia biológica después de llevar a juicio al Doctor Vela entre otros. Un juicio por el que tuvo que pagar las costas, aunque posteriormente sirvió para que ella se pudiera reencontrar con los suyos.
Todas estas madres, padres, hermanos e hijos siguen buscando resolver sus casos y que haya justicia. Piden que el gobierno ponga en marcha un plan acertado para poder reencontrar a todas esas familias, mediante pruebas de ADN gratuitas y otras herramientas que puedan facilitar estas búsquedas.
Estos 300.000 casos no fueron cosa de un día. Se calcula que hubo tráfico de bebés entre 1940 y 1990 aproximadamente. Cincuenta años de sufrimiento para familias que, algunas han podido reencontrarse, pero la gran mayoría no ha conseguido localizar a su familia.
El periodista Sergi Tarín ha presentado esta última semana el documental ‘Morir tranquil-la. Bebés i mares furtades a terres valencianes’ (‘Morir tranquila. Bebés y madres robados en tierras valencianas’). Un documental que abordará la vida de diferentes protagonistas que llevan muchos años luchando en la búsqueda de sus familiares, como el caso de la familia que abrió un ataúd en Alicante que, en lugar de contener los restos de un niño, tenía unos ladrillos.
Este documental solo es un paso más en esta batalla que no acaba. Una batalla que necesita ayuda de instituciones públicas de nuestro país para ayudar a unas familias indefensas y con escasos recursos institucionales, para que, de una vez por todas, podamos recuperarnos, podamos saber la verdad y podamos reunir a todas y cada una de las personas que no han conseguido cerrar su pasado todavía.
